Hugo Babarro e Iago Rodríguez, enfermeros ourensanos que formaron parte de la expedición de ayuda humanitaria de SOS Ternópil Galitzia: "Si pudimos ir a ayudar fue en parte gracias al apoyo de nuestros compañeros"

 

 

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Hugo Babarro e Iago Rodríguez, enfermeros de la Unidad de Cuidado Intensivos del CHUO que llevaron material de ayuda humanitaria a Ucrania y desarrollaron labores de asistencia sanitaria 

Ourense, jueves 24 de marzo de 2022.- Desde que comenzó la guerra de Ucrania, muchas han sido las muestras de solidaridad que hemos visto de la sociedad: puntos de recogida de material de ayuda humanitaria (la sede del Colegio Oficial de Enfermería de Ourense es uno de ellos), familias que acogen a refugiados o personas que se desplazan hasta las fronteras del país en guerra para ayudar in situ.

Un grupo de amigos de Ourense decidió que la mejor forma de apoyar al pueblo ucraniano era viajar hasta este país para entregar ayuda humanitaria y recoger al máximo número de personas posibles para ofrecerles una nueva vida en nuestra provincia. Con esta intención nació SOS Ternópil Galitzia, que consiguió fletar el lunes 14 de marzo dos autobuses y un tráiler -con 30 toneladas de productos- con destino a la frontera de Ucrania, aunque un cambio en los acontecimientos les obligó finalmente a entrar en el país.

Entre el personal que se desplazó al país eslavo estaban Hugo Babarro e Iago Rodríguez, enfermeros de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO). Consiguieron volver a Ourense con casi 100 personas el domingo día 21 de madrugada, que se encuentran ahora alojados en el Seminario Menor de Ourense y sendos albergues de los concellos ourensanos de San Xoán de Río y Trives. Conversamos con Babarro y Rodríguez para conocer su experiencia y aportación en esta misión como personal de enfermería.

¿En qué momento os implicáis con SOS Ternópil Galitzia?

Iago Rodríguez: La oportunidad surgió un poco de rebote. Sara Gil, enfermera compañera en UCI y que pertenece al grupo de amigos que creó la asociación, llegó al trabajo un día y nos contó que estaban organizando una iniciativa para ayudar de alguna forma a la población Ucraniana. En un primer momento solo contábamos con un autobús y yo era el enfermero que iría en él.

Hugo Babarro: Yo me acerqué el jueves 10 de marzo a llevar material para colaborar y había tal cantidad de mercancía que al día siguiente decidieron que se mandaría un segundo autobús. Me llamó entonces Sara para preguntarme si estaba dispuesto a ir a Ucrania. Al principio dudé un poco, porque con niños pequeños en casa tienes que organizarte. Después de hacerlo, la llamé esa misma tarde y le dije que me apuntaba.

La intención de la expedición era llegar a la frontera, pero finalmente la cruzasteis. ¿Qué ocurrió?

H: El plan no era cruzar, pero la situación nos obligó a ello. El flujo de personas que cruza la frontera es muy lento porque los controles, tanto en la frontera ucraniana como en la polaca, son muy exhaustivos, entonces se acumulaba una gran cantidad de gente en esa zona. Cruzamos para recoger y ayudar al grupo que nos estaba esperando.

I: No esperábamos tener que cruzar la frontera, pero una vez lo hicimos, nos ubicamos en un área de servicio donde entregamos la mercancía y donde nos esperaban las personas que venían para Ourense con nosotros.

¿Cuál era la situación en ese lugar?

I: En la zona en la que estábamos había un montón de gente esperando a cruzar, sentados, de pie, tumbados… Llegan personas de forma constante, mayoritariamente mujeres, con niños y niñas y maletas llenas con lo que pueden, sobretodo comida, porque salen de sus casas corriendo sin saber cuánto tiempo va a pasar hasta que crucen la frontera; buscan la forma de mantenerse el máximo número de días posibles. Con respecto a los bombardeos, nosotros estábamos en una zona donde no había peligro real y no pudimos ver lo que sucede realmente en las grandes ciudades que están siendo asediadas.

¿Cómo os preparasteis en el viaje de ida para lo que estaba por llegar?

H: Ninguno de los dos teníamos experiencia en una misión de ayuda humanitaria, entonces dedicamos el viaje a seleccionar los medicamentos que creíamos que podríamos necesitar a la vuelta y los que íbamos a entregar en Ucrania. 

I: En los tres días de viaje de ida aprovechamos para preparar un botiquín para cada uno con lo necesario para atender a las personas de cada autobús. Y a mayores montamos también una caja con medicación extra por si había una situación excepcional. Pero esa caja cuando llegamos se mezcló con los productos de entrega porque fue todo muy rápido: teníamos que sacar la mercancía lo antes posible para que la gente pudiese subir al autobús, estaban muertos de frío. Nos quedamos con lo puesto, por así decirlo.

¿Tuvisteis que actuar allí de alguna forma?

H: Sí. Una chica epiléptica sufrió una crisis convulsiva que tuvimos que atender allí. La cuestión es que deberíamos haber llegado mucho antes (el convoy se retrasó tras un atasco de 6 horas en París y el pinchazo de una rueda de uno de los autobuses). Cuando finalmente entramos en Ucrania el grupo llevaba 12 horas esperándonos: era de noche, estábamos a 4 grados bajo cero, quizás ese día no pudo tomar su medicación, todo el estrés de la situación... Fueron varios los factores que pudieron propiciar la crisis.

Tuvimos que tratarla allí y lo hicimos muy bien, todo hay que decirlo. En esos momentos de tensión es cuando ves la experiencia que tienes como profesional. Nosotros en UCI estamos acostumbrados a situaciones de urgencia entonces, enseguida, sin hablar tan siquiera, adoptamos cada uno un rol -yo cogí la vía e Iago cargó la medicación- y la atendimos. Los paramédicos de Cruz Roja de Polonia llevaron entonces a esta mujer a una ambulancia y fui con ella. Esperamos a que estuviese un poco más estable y la trasladamos al autobús. Dejarla allí no era una opción porque además venía con su hijo y con su madre.

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Hugo Babarro e Iago Rodríguez asisten a la mujer ucraniana que sufrió una crisis epiléptica poco antes de iniciar el viaje de vuelta a Ourense | FUENTE: Carlos Urban

Además de la atención de urgencia a esta mujer, ¿en qué consistieron el resto de vuestras labores como enfermeros?

I: Teníamos muchos planes cuando arrancamos de Ourense, desde hacer un reconocimiento previo a todos los refugiados que vendrían con nosotros hasta tests de antígenos en el autobús, pero todo cambió desde el momento en que estuvimos allí: las personas estaban pasando muchísimo frío, pensaban que ya no íbamos a llegar, consideraron dar marcha atrás y volver a sus hogares en ciudades asediadas. Por eso cuando llegamos tuvimos que vaciar el camión y los autobuses lo más rápido posible para que las personas que traíamos subieran al autobús y entrasen en calor.

H: Después a lo largo del viaje de vuelta sí que fuimos haciendo, en compañía del médico que venía en el equipo, una serie de entrevistas para conocer un poco su historia clínica, aunque antes de partir ya sabíamos que había una persona que era epiléptica, un niño con autismo, un hombre con hipertensión; todo patologías manejables. En mi autobús un par de niños empezaron a hacer fiebre bastante alta, con picos de hasta 39,5º, que quizás fue la tarea que más trabajo nos dio, porque tuvimos que controlar esa temperatura; los niños con fiebre elevada pueden convulsionar. Del resto, asistencias muy puntuales: una leve subida de tensión, sangrado de nariz, mareos con vómitos… Fue cansado pero fuimos resolviendo estas situaciones según iban surgiendo.

El plan era traer a 96 personas, pero por lo visto una persona por razones médicas viajó en avión previamente. ¿El resto de personas pudieron salir de Ucrania sin problema?

I: Uno de los hombres que estaba previsto que viniese a Ourense con nosotros (había 3 en total) no consiguió pasar porque estaba en edad de combatir -los otros dos tenían autorización por circunstancias especiales-. Venía con sus dos hijos pero ninguno de los tres salió de Ucrania. 

H: Los niños no podían viajar solos en nuestra expedición. El único caso fue un chaval de 14 años que tenía una tía en Barcelona y llevaba un certificado especial. Hay un control bastante estricto en la frontera para evitar la trata de mujeres y menores.

I: Y ese padre supongo que tampoco quería dejar a sus hijos solos.

Imagino que tendríais ocasión de hablar con estos refugiados. ¿Qué os contaban? ¿Cuáles son sus historias?

I: Son personas que llevaban una vida totalmente normal: hay contables, una chica embarazada que era entrenadora personal, una mujer que trabajaba en una guardería, la pareja de un coronel del ejército que se encontraba en Kiev…

H: Parece que se crea una imagen distorsionada y se supone que son personas de estratos sociales muy bajos porque huyen literalmente con lo puesto, pero no es así: son personas como nosotros que llevaban una vida normal y tuvieron que dejarla atrás. El pueblo ucraniano sabe sobreponerse, apenas vimos una lágrima desde que conocimos a estos refugiados, siguen adelante. Pero una vez han llegado aquí parece que asimilan la situación y ves cómo a nivel psicológico están muy afectados; no solo es dejar tu vida atrás, en muchos casos también tienes que separarte de tus padres, hermanos, pareja, con la incertidumbre de si volverás a verlos.

¿Estaban en estado de shock?

I: Shock lo teníamos nosotros más que ellos. La actitud de los refugiados durante el viaje me sorprendió, me esperaba mucha tristeza, pero fue todo lo contrario. Desde que salimos de Ucrania todo fueron sonrisas y buenas caras. Los profesionales de psicología son necesarios ahora, en aquel momento las mujeres solo pensaban en poner a sus hijos a salvo.

¿Cuál fue la reacción de vuestros compañeros de UCI cuando le dijisteis que iríais en el convoy de ayuda humanitaria de SOS Ternópil Galitzia?

I: Hemos recibido un gran apoyo por su parte desde el primer día. Si pudimos ir es en parte gracias a ellos, que no dudaron en cambiar sus turnos de trabajo para facilitarnos el viaje; de hecho, incluso hubo compañeros que se ofrecieron a hacer mi turno y que lo cobrase yo. La solidaridad fue total.

¿Tiene la asociación intención de repetir la misión?

H: Eso no lo sabemos, pero lo que sí sé es que ahora están centrados en ayudarles a regularizar su situación. El martes subió la Policía Nacional a explicarles a las personas alojadas en el Seminario el proceso para solicitar la documentación necesaria, y en 2 o 3 días tendrán ya la tarjeta de refugiados que les permita solicitar la documentación sanitaria y, digamos, empezar de nuevo en España. Los miembros de SOS Ternópil Galitzia también quieren estar presentes como intermediarios entre los refugiados ucranianos y las familias que se han ofrecido para la acogida.

I: Yo creo que lo fácil es hacer el viaje y traerlos hasta aquí; lo difícil es gestionar la acogida, que ellos estén bien, que se integren en la sociedad y se sientan útiles. Tienes que tener a estas 100 personas bien, con casa, empleo, escolarización, para poder ofrecer lo mismo a otras 100. No es fácil la parte que le toca a las personas que están trabajando aquí; en el Seminario por ejemplo hay un número importante de personas ayudando a los refugiados y hay días que están sobrepasados.

Vosotros que habéis estado allí, ¿qué mensaje os gustaría trasladar?

I: Que si alguien quiere ayudar de alguna forma acuda a las muchas asociaciones y organizaciones que están trabajando de todas las formas posibles, tanto enviando material a Ucrania como desde aquí mismo, porque las personas ucranianas que han llegado van a necesitar mucha ayuda por nuestra parte.


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